Tecnología para diversidad funcional

jueves, 10 de junio de 2010

Cuanto duele el duelo!


Parece un juego de palabras, pero no lo es. Cuando tuvimos el diagnostico presuntivo de Valentina, hace ya un año, lo primero que lei fue el artículo de Javier Garza que habla del duelo.http://isis.zm.nu/el-ciclo-del-duelo-vt10823.html
Lo lei en el foro Isis y hasta me enojé porque lei palabras como NEGACION y me senti demasiado lejos de negar lo que le pasaba a Valen o de enojarme con ella.
Un poco porque suelo sobreadaptarme a las situaciones que vivo, otro poco por mandato social. como una madre rechazaria a un hijo?
Ahora entiendo que es ese rechazo, no al HIJO, sino al SINDROME...
Pasaron los meses y parecia que la tenia clarisima... Me converti en "madre investigadora", buscando constantemente material para ayudar a Valen y procurando que tenga las mejores terapias. Pero habia algo que hacía ruido en mi cabeza. Una sensación fea que no se animaba aflorar... Llore en soledad cientos de veces, me enojé, cambió mi carácter, dejé de trabajar... Pero seguia de pie, aunque tambaleé tantas veces.
El dolor se empezó a hacer carne en mi cuerpo (dolores de espalda, análisis que no salen bien, una arritmia). Y yo no reconocía lo que me pasaba.
La semana pasada en orientación a padres me quebré... No podía más, así no...
La psicóloga me habló de DUELO, y recordé ese artículo con el que tanto me enojé.
Ahora entendí de que se trataba. Y creo que ese dolor no se va nunca, yo esperaba una hija perfecta, amada y deseada desde antes de concebirla... Y nació Valentina, un sol, la más linda del mundo... Y tiene TGD... Por fin hoy pude abrazarla sin miedo al síndrome, ella es Valen con o sin TGD... Es mi hija, la que soñé desde siempre, con sus colitas rubias y su sonrisa pícara, por quien soy capaz de TODO.
Toda la vida me va a doler lo que le pasa, o acaso alguien puede aceptar sin más el dolor de un hijo? Pero ahora acepté lo que siento con respecto a su discapacidad, cuanto me duele ir de terapia en terapia en vez de a un plaza... Me comprometo a cambiar lágrimas por sonrisas.
Esta es mi vida, la que yo no elegí, pero la que hoy quiero vivir. Con la frente en alto, como me enseñó mi madre...